Se cumple un año más de su dolorosa desaparición
La noche del 24 de abril del año 1.991, en la localidad antioqueña de Segovia, fuerzas oscuras de la extrema derecha silenciaron con sus balas la vida del brillante periodista y poeta Julio Daniel Chaparro Hurtado, quien, con el reportero gráfico Jorge Enrique Torres Navas, preparaban un informe especial para el diario El Espectador, al que prestaban sus servicios.
El trabajo periodístico para el que habían sido designados se relacionaba con la prolongada historia de la violencia en esa región.
Pese a las innumerables averiguaciones que se han adelantado buscando el descubrimiento de la verdad del atroz crímen, los resultados hasta hoy han sido inanes.
Una breve semblanza de lo que era Julio Daniel indica que el año de su desaparición, había llegado a los 29 de vida, pero ya era una estrella ascendente de la crónica, y él lo sabía. Despojado de toda modestia, aseguraba que sería el próximo Nobel colombiano de literatura. Y cuando no estaba reporteando, escribía poesía. Esa doble identidad de periodista-poeta lo acompañaba a todas partes.
El pasado 28 de julio, la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) decidió declarar la admisibilidad del caso de los periodistas Chaparro Hurtado y Torres Navas contra el Estado colombiano. Esto quiere decir que la Comisión estudiará el fondo del caso y determinará si existió o no responsabilidad del Estado por la ausencia de una debida investigación y sanción de los responsables del homicidio de los dos periodistas, hechos que se mantienen en la más completa impunidad.
La investigación no ha avanzado y se ha caracterizado por largos periodos de inactividad, de errores durante el trámite de indagación y la falta de aplicación de los estándares internacionales para la investigación de los crímenes contra profesionales de la prensa.